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Una Secretaría de Cultura Ciudadana, urgente

Una Secretaría de Cultura Ciudadana, urgente

El alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, anunció el 3 de abril, por fin, el nombramiento del secretario de Cultura Ciudadana, nombramiento pendiente desde el 13 de febrero cuando le pidió la renuncia a Manuel Córdoba por decir verdades en un foro.

Después de dos meses sin secretario en propiedad, asumirá Santiago Silva, quien durante la alcaldía anterior de Federico Gutiérrez (2016 – 2019) fue subsecretario de Cultura Ciudadana y desde hace 10 años, con esos cuatro años como paréntesis, ha sido profesor de EAFIT, centrado en buena parte en esa misma área, que allí se llama ahora Ciencias del comportamiento.

Es un buen nombramiento el de Santiago Silva para ese cargo. En especial, porque hoy Medellín tiene un gran desafío en la cultura ciudadana, en la construcción de caminos educativos colectivos, en generar apropiación de lo público, en lograr que se fortalezca la ciudadanía, que se mejore la cultura política, que la participación sea esencia y no solo herramienta.   Y tiene también el desafío hacia adentro de la alcaldía: ayudar a que todos y todas sus compañeras de gabinete, y el propio alcalde, entiendan que el cambio de una sociedad es cultural o no es cambio.

Medellín necesita un gran cambio cultural. Medellín necesita ser otra sociedad.  Medellín necesita, con urgencia, un cambio de valores. No necesitamos rescatar los valores: esos valores que algunos pretenden rescatar son los que nos tienen jodidos, los que nos han causado estas brechas enormes sociales, económicas, culturales, éticas: el clasismo, el racismo, el machismo, el individualismo; muchas de las características culturales de nuestra sociedad necesitan ser transformadas en nuevos valores, donde el respeto por el otro sea el principio de construcción de una nueva sociedad.  O, como dijo la socióloga María Teresa Uribe de Hincapié: no se trata de construir la armonía, sino de lograr que la desarmonía no se convierta en violencia.

Necesitamos cambiar esa marca del paisa tumbador, del paisa timador, del paisa aprovechado, del paisa que arrasa, del paisa vividor. Hasta nombre exaltador se le ha dado a eso: la viveza paisa, como si esa vaina fuera buena, replicable, deseable. 

Cambiar nuestra cultura pasa, también, por hacer balance de cosas que hemos sido y debemos dejar de ser.  Por ejemplo, somos una sociedad que ha matado fácilmente, muy fácilmente.  Léanse Travesías, el magnífico y doloroso libro de Gilmer Mesa, para ratificar que en Antioquia nos hemos matado como cosa normal, cultural, y hemos tenido en la eliminación del otro una de nuestras marcas: eliminamos de nuestras vidas, física o metafóricamente, al que no piensa como yo, al que no se viste como yo, al que no se peina como yo, al que no come lo que yo como, al que no escucha lo que yo escucho, al que no vota al que yo voto.  Con frecuencia parecemos más una iglesia que una sociedad.  Una sociedad es todo lo diferente a una iglesia: la diversidad de pensamiento y de acción, la multiplicidad de gustos, de opciones, de ideas, de idearios, de costumbres.  Y hasta de dioses y de opciones religiosas.  El pensamiento único no construye sociedad. 

Medellín necesita que la Secretaría de Cultura se asuma a sí misma como lo que dice su nombre completo: Secretaría de Cultura Ciudadana. Medellín necesita que su gobierno municipal, después de esa debacle que significaron los cuatro años de la pésima gestión de Daniel Quintero, se asuma toda como una alcaldía dedicada a lograr cambios culturales en la gestión pública de la ciudad: necesitamos una gestión articulada e integral, centrada en los territorios y en las poblaciones, transparente en el manejo de los dineros públicos y transparente en el manejo de la información pública, comprometida con los grandes desafíos de Medellín: la equidad y la convivencia. Santiago Silva tiene los elementos conceptuales y metodológicos para proponer y liderar esa impronta de cultura ciudadana, y tiene –espero- el peso político para que el gabinete se sienta interpelado por la necesaria tarea de hacer de todo el gobierno de Medellín un proyecto cultural.

Pero no se puede quedar ahí: al nuevo secretario de Cultura Ciudadana le corresponde liderar, también, la necesaria revisión de toda la gestión de esa secretaría, diezmada real y simbólicamente por el pésimo e indigno Álvaro Narváez, quien fungió como secretario desde octubre de 2020 hasta mediados de diciembre de 2023, cuando huyó a México para no enfrentar varios de los serios problemas que causó y de los que fue responsable.  

Hace unas semanas escribí para la revista Generación un artículo que titulé Medellín, un proyecto cultural.  En ese artículo hablé de 10 desafíos para quien asumiera el cargo en la Secretaría de Cultura Ciudadana.  Pueden leerlo acá:

https://www.elcolombiano.com/generacion/edicion-del-mes/medellin-como-proyecto-cultural-HD23574120

Cierro estas notas haciendo énfasis en dos de esos desafíos: Uno, la programación cultural en los espacios de la Alcaldía.  Otro, Cultura viva comunitaria.

Los 10 parques biblioteca, el Centro de desarrollo cultural de Moravia, las seis casas de la cultura, la Casa de la Lectura Infantil (La Playa), la Casa de la Música (Parque Los Deseos), la Casa de la Literatura (San Germán), el Centro de documentación musical El Jordán (Robledo), los teatros al aire libre (Cerro Nutibara, Pedregal y Parque San Antonio), el Teatro Lido (Parque Bolívar) y las 20 UVA – Unidades de vida articulada, necesitan con urgencia un rediseño de su programación, para que vuelvan a tener su capacidad de asombro, de emoción. Necesitan nuevos contenidos, necesitan tener en sus diferentes espacios programación periódica y permanente, no esporádica: los auditorios y teatros de los parques bibliotecas y otros deben ser los lugares principales para formación, para ensayos de grupos, para la presentación de obras barriales, comunales, de ciudad, nacionales e internacionales.  Los parques bibliotecas deben ser, como se pensaron, el sol del sistema solar: el sol da vida, energía, y los parques biblioteca están ahí, en lugares estratégicos de Medellín, para potenciar el ecosistema cultural de esas zonas. Necesitamos construir agendas culturales con y desde los barrios, que circulen por toda la ciudad.

Y necesitamos que los proyectos culturales comunitarios, esos que no dependen de la alcaldía y que son la fortaleza en barrios y veredas, sean conocidos, reconocidos, valorados y potenciados: Medellín fue la primera ciudad de todo el continente que aprobó (2011) un Acuerdo Municipal (una política pública) sobre Cultura viva comunitaria.  Pero su ejecución desde 2012 hasta ahora deja mucho que desear.  El fortalecimiento de estas organizaciones, presentes en toda la geografía de Medellín, es también el fortalecimiento de espacios de creación, circulación y participación cultural. Lo que esas organizaciones y colectivos ofrecen es uno de los grandes valores acumulados de nuestra sociedad.  Para la Secretaría de Cultura Ciudadana y para toda la Alcaldía de Medellín, Cultura viva comunitaria debería ser prioridad.

Bueno, cierro diciendo que hoy me gusta mucho lo que está haciendo la Secretaría de Cultura de Bogotá, con otro Santiago como secretario, Santiago Trujillo. Es hora de aprender, nuevamente, de Bogotá.  Y de, juntas, Bogotá y Medellín, apoyar procesos en otras regiones de Colombia.

Cláusula de conciencia: De Santiago Silva no me gustó que, habiendo sido profesor de EAFIT, como sub secretario de Cultura Ciudadana contratara con EAFIT la realización del Laboratorio de Cultura Ciudadana, que además funcionó físicamente en EAFIT.  Hay que tener un máximo cuidado con estas posibles puertas giratorias antes y después de los cargos públicos. 

Autor: Jorge Melguizo

Consultor, conferencista y profesor.

Secretario de Cultura Ciudadana de Medellín 2005 – 2009 y de Desarrollo Social de Medellín 2009 – 2010.

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