No es el primer acuerdo de paz que firma un gobierno colombiano, pero creo que es el más importante de nuestra historia.
Se firmaron acuerdos de paz con las guerrillas liberales, con el M-19, con las Milicias del Pueblo y para el Pueblo y con los Paramilitares (entre otros), en todos estos episodios se evitó que muriera gente, en todos hubo errores, todos representan escalones hacia una nación más civilizada.
Hay que reconocer que los cambios son difíciles para la humanidad, es evidente que la inercia social nos impulsa a aferrarnos a la realidad presente, a evitar el cambio, nos convierte en «antiprospectivos» en «pasadodependientes». Hubo gente que se opuso a la idea de que la tierra era redonda, a la eliminación de la esclavitud, del colonialismo, de la ablación, hubo gente que se resistió beligerantemente a la implementación del voto femenino, seguramente fue terrible para algunos monos dejar de comer banano, caminar erguidos, volverse agricultores, seguramente sintieron terror por iniciar el camino hacia las estrellas…
Los cambios sociales importantes no son escenarios seguros, requieren de una buena dosis de confianza, de esperanza en el otro, de fe.
Yo no creo que el Castro-Chavismo se impondrá en Colombia, no creo que el Comunismo ni el Socialismo van a desplazar al orden establecido, como no creí que iban a obligar a nuestras fuerzas armadas a desfilar ante la cúpula guerrillera, no creo que vayan a cobrar impuestos a las pensiones, ni que van a pagar sueldos de dos millones a los desmovilizados, tampoco creo que los que se oponen a los acuerdos sean «Paracos», ni que usen moto sierras o que sean marionetas del «Uribismo» o que sean guerreristas.
No soy «Santista», me parece terrible que haya repartido tanta mermelada para que los políticos lo apoyen en su propósito de paz, creo que se vio obligado, así como Uribe con la «Yidispolítica».
Celebro que el presidente Santos haya puesto en común el tema del plebiscito, si este interés en la política prevalece podemos acabar con los corruptos, podemos evitar que la justicia se politice, que las obras sean realidad. En mis 50 años de vida nunca había sentido a tanta gente defender su posición, tengo la esperanza de que este clamor se materialice en votos el próximo domingo.
Hay muchas maneras de dar trámite a un conflicto: Las FARC pensaron que con una guerra de guerrillas podían imponer cambios que derivaran en la justicia social, para derrotar al fascismo en Europa en los años cuarenta murieron más de 40 millones de personas, en la india se acabó con la injusta dominación inglesa a punta de resistencia pacífica, en Sudáfrica el apartheid y la segregación en Estados Unidos de América fueron derrotadas por movimientos pacifistas, creo que el mejor procedimiento es el diálogo, cuesta menos muertos, menos familias rotas, menos miedo.
A mí me tocó vivir la violencia de los noventas, de alguna manera ya estoy acostumbrado al miedo. Familiares y amigos fueron asesinados, yo vi homicidios con mis propios ojos, me han amenazado, estuve en medio de tiroteos, bombas explotaron cerca de mí, mi familia fue víctima del secuestro, la extorsión y el desplazamiento.
Yo CREO, que la firma de los acuerdos del 26 de septiembre de 2016 es el inicio de la ruta hacia una mejor nación para mis hijos, para mis sobrinos, creo que los acuerdos representan los cimientos del país que merecemos. Sé que los acuerdos tienen aspectos para mejorar, sé que habrá impunidad para algunos, sé que las penas no son proporcionales, ESTOY CONVENCIDO de que este es el camino correcto, por estas razones el próximo domingo 2 de octubre voy a votar SÍ.