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Comunes y las razones de su fracaso

Comunes

Recientemente surgió una nueva polémica en redes sociales. La razón fue que, a través de la cuenta de X —antes Twitter— del partido comunes, se hizo una publicación con la que conmemoraban la muerte del expresidente venezolano Hugo Chávez, señalando que algún día nuestro país debería realizar un homenaje a su vida. Esto generó controversia, y varios usuarios, incluyendo políticos, recordaron el papel de Chávez en la situación que vive el país vecino.

Sin embargo, lo ocurrido no es algo nuevo. Es muy común que los miembros de esa colectividad usen sus redes para ensalzar figuras como el Mono Jojoy, Raúl Reyes y otros jefes de la extinta organización, quienes quedaron grabados en la memoria nacional tras los crímenes atroces que conmovieron el sentir nacional. Estas mal llamadas «conmemoraciones» de personajes siniestros y episodios como el protagonizado por el congresista y antiguo excomandante Luis Alberto Albán Urbano, también conocido como Marcos Calarcá en 2022, donde afirmó que “No se puede demostrar que éramos narcotraficantes”, demuestran que los miembros de este partido no entendieron la oportunidad de incidencia política tan grande que tenían, una oportunidad producto del proceso de paz que desperdiciaron sin más.

El proceso de paz con las extintas FARC-EP no fue como otros realizados en el pasado. Dentro de los beneficios que se les otorgó está el de la representación política, el cual implicaba que, durante dos períodos legislativos, iniciando desde 2018, tendrían 10 asientos en el congreso —5 en cámara y 5 en senado—, asegurando su personería jurídica hasta 2026, incluso si no obtenían ninguna curul por medio de las elecciones legislativas. Durante estos seis años en el Congreso, sus miembros han resaltado por sus escándalos, polémicas, cuestionamientos, proyectos de ley presentados, pero menos por contribuciones efectivas con verdaderos cambios para las poblaciones que dicen representar. Lo sucedido con Iván Márquez y Jesús Santrich, que dejaron sus curules para retomar las armas, es uno de los episodios más recordados, uno que puso en riesgo el proceso mismo. A esto se suman las escandalosas declaraciones de varios de los miembros del partido, como la senadora Sandra Ramírez, quien en su momento dijo que los entonces secuestrados de las FARC-EP tenían todas las comodidades posibles.

Todo lo mencionado sirve para demostrar la razón por la cual, aunque cuentan con votos en el Congreso y en ocasiones se les busca para lograr la aprobación de algún proyecto, en el terreno político el partido Comunes es un paria. A pesar de que estamos en la época de las coaliciones, debido al gran número de partidos existentes, todos parecen concordar en algo: estar en una coalición con Comunes es un lastre considerable. Es por este motivo que en las elecciones legislativas de 2018 y 2022 tuvieron que competir en solitario, y lo mismo sucedió en las dos elecciones regionales en las que ha participado la agrupación política. Son contados los municipios en los que lograron formar parte de una coalición. ¿A qué se debe esto? Las razones del rechazo que genera el partido son varias, pero entre las principales podemos destacar tres.

El primer aspecto por destacar es que, tras dejar de ser una guerrilla para convertirse en un partido político, los líderes optaron por mantener sus siglas, modificando únicamente el significado de la «A» y la «C»: de «Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia» a «Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común». Rodrigo Londoño, líder del partido, señaló anteriormente que este fue un error, dado que el nombre continuaba evocando algunas de las páginas más trágicas de la historia colombiana. Las elecciones de 2019 evidenciaron esta problemática y, finalmente, en 2021, la dirección del partido decidió adoptar el nuevo nombre de «Comunes».

Quizás la decisión de conservar el nombre buscaba emular un éxito similar al de la Alianza Democrática M-19 (AD-M-19), que, en las elecciones presidenciales de 1990, bajo el liderazgo de Antonio Navarro Wolf —quien asumió la candidatura tras el asesinato de Carlos Pizarro—, logró una notable tercera posición con más de 750 000 votos, representando más del 12 % del total. Además, para la Asamblea Nacional Constituyente, se convirtieron en la segunda fuerza política con mayor representación, y Navarro Wolf fue elegido como uno de los tres copresidentes. Este precedente podría haber influenciado tanto la decisión inicial de mantener el nombre como la postulación de Rodrigo Londoño a la presidencia en 2018. Sin embargo, las encuestas y resultados electorales demostraron que fue un grave error.

El segundo error de los miembros de este partido fue no comprender que todos los ojos del país estaban sobre ellos. Declaraciones que los mostraban indolentes, carentes de sensibilidad y renuentes a reconocer los crímenes cometidos durante el conflicto armado solo aumentaron la percepción negativa. La magnitud de su aparente desinterés fue tal, que no fue sino hasta 2021 cuando siete líderes de la exguerrilla admitieron su participación en secuestros, impulsados por las conclusiones de la Sala de Reconocimiento de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP). Esta admisión provocó la indignación de muchas víctimas, quienes exigieron disculpas auténticas por los horrendos actos cometidos. Para las víctimas, el perdón y sobre todo, la verdad, si bien no repara totalmente ni borra el pasado, constituye un elemento esencial del proceso de reconciliación.

El tercer error significativo del partido fue la concentración de poder en manos de unos pocos; las curules en el Congreso eran ocupadas principalmente por antiguos comandantes. Los mandos medios y los excombatientes rasos raramente tenían la oportunidad de acceder a espacios de toma de decisiones o de obtener avales. Un ejemplo destacado es Guillermo Torres, conocido también como Julián Conrado, quien hasta la fecha es el único excombatiente que ha logrado ser electo alcalde, en este caso, del municipio de Turbaco en Bolívar. No obstante, el aval para su candidatura no provino del partido surgido de la organización guerrillera, sino de Colombia Humana – Unión Patriótica.

Adicionalmente, es relevante mencionar la renuncia en el 2022 de la exsenadora y exmiembro Victoria Sandino junto a casi 100 miembros del partido. La ruptura ocurrió después de que Comunes decidiera no otorgar a Sandino una de las curules que el partido tenía derecho a ocupar. Tras su salida, describió como prácticas antidemocráticas, fundó un nuevo movimiento llamado “Avanzar”, con el propósito de “velar por los derechos de los colombianos y de los excombatientes”. Recientemente, Sandino ha denunciado que los excombatientes ajenos al partido Comunes están siendo excluidos de la protección que garantiza el acuerdo de paz, situándose en riesgo inminente.

Estos eventos son solo una muestra de las múltiples controversias que han rodeado a Comunes, un partido que tuvo una década para alinearse con las expectativas ciudadanas, demostrar empatía por el rechazo generado por sus actos pasados y comprometerse genuinamente con la paz. Aunque tuvieron la oportunidad de replicar el éxito de la AD-M-19 en 1991, lo que han demostrado en estos ocho años es un estancamiento en el pasado. Tal vez, el único aspecto positivo que pueda surgir es que en las elecciones legislativas de 2026 es muy probable que pierdan su personería jurídica al no alcanzar el umbral necesario, siendo rechazados en cualquier coalición. Así pues, la historia de comunes puede resumirse escándalos, divisiones, declaraciones contra las víctimas y la oportunidad perdida de lograr que los excombatientes del conflicto, aquellos que procedían de las zonas más abandonadas por el estado, los que fueron obligados a formar parte de guerrilla tuvieran una voz en el congreso y lograran una incidencia profunda en la política nacional.

Iván Rivera Montoya

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