“Género: terror”, dice en la cartelera de Cine Colombia. Últimamente me hago muchas más preguntas de las que en realidad puedo responder, como ¿por qué me gusta ver películas y escuchar historias? O ¿por qué creo tanto en el arte? Es posible que sea por costumbre, o porque ya no encuentro otra forma de leer el mundo. El asunto es que Nosferatu me hace pensar seriamente a qué le tengo tanto miedo. Ciertamente no es al cine de terror, sin embargo, me parece ser una mujer miedosa. Por el contrario, esta película me resultó divertida, graciosa, peculiar, e incluso en ocasiones, me despertó ternura.
Hui decididamente de las festividades durante la última semana del 2024. Entendía yo, a eso de mitad de año, que sería un año para morir, y fueron los últimos días de diciembre un refugio silencioso para enterrar todo aquello que cargaba sin vida. Hay momentos en los que la consciencia no le basta a uno para entender lo que está aprendiendo, y entonces, uno se entrega a la intuición y confía en que sea lo que sea que suceda, las experiencias encontrarán buen camino en la memoria y nos edificará de alguna manera. Así pues, muy en piloto automático, me entregué al cine mudo y a unas cuantas películas del expresionismo alemán de hace un siglo, entre ellas a Nosferatu, la película original de 1922.
Me conmueve mucho el cine en sus inicios; ese estilo teatral de planos fijos e interpretaciones sobreactuadas, me despiertan cuanto menos, ternura. La historia original de Nosferatu me resultaba muy graciosa, y poco podía tomarme en serio ese universo oscuro y perturbador propuesto por su entonces director: Friedrich Wilhelm Murnau. Supongo que en su momento fue percibida como una composición perturbadora, que no por nada terminó siendo un referente importante en el género de terror. Lo cierto es que para la millennial que soy, Nosferatu se me daba en varias vías: por un lado, como abrebocas de la nueva versión de Robert Egger que se estrenaría en enero de 2025, pero lo más importante, me sirvió de vehículo para reir de los vampiros y cómo no, de la vida y de la muerte.
No suelo llegar en línea recta a ningún lado, me disculparán los tres párrafos de contexto para decir que Nosferatu de Rogger Egger (2025) es una adaptación de la obra de Friedrich Wilhelm (1922), originalmente basada en la novela Drácula de Bram Stoker. Esta adaptación mantiene los aspectos más representativos el expresionismo alemán, como el enfoque emocional e impactante que refleja sentimientos intensos como la angustia y la desesperación. Sin embargo, las dos horas de narrativa y las posibilidades técnicas presentadas un siglo después, permiten desarrollar con mayor detalle los personajes y las escenas.
La diferencia entre una versión y la otra son las formas, pues en el fondo la historia sigue siendo la misma, y está bien porque la riqueza de las posibilidades que tiene hoy el cine la hacen una película prácticamente nueva. Y es que es la corrección estilística lo que la hace tan poderosa, todo un despliegue creativo al servicio del mal, del trauma y de lo grotesco. Una combinación del expresionismo alemán propio de la obra original, y el toque gótico y fantasmagórico que le aporta a la historia la elección de sus locaciones. Es como ver una obra producida por una serie de planos cuidadosamente compuestos, como una secuencia de pinturas clásicas. Es hermosa, inquietante, por momentos incómoda, pero hermosa al final de cuentas.
No sé qué tanto puedan temerle a un vampiro, al parecer mi vecina en el cine estaba muy perturbada, y de tanto en tanto dejaba escapar uno de esos lamentos algo infantiles que son tan propios de nuestro acento antioqueño. Debo reconocer que mientras veía las imágenes del conde Orlok, a mí no me habitaba tanto la angustia como la curiosidad. Lo que sí es cierto, es que es una experiencia visual y emocionalmente interesante. Situar lo sexual y lo grotesco… Detallito disruptivo, soberbio, poderoso. Inquietante, indudablemente. Lo que sí me pareció bien particular fue la duración de unas cuantas imágenes perturbadoras que después de permanecer ante mis ojos varios segundos, me hacían pensar si realmente me resultaban tan grotescas.
De nuevo, ¿para qué va uno a cine? Tendrá cada quien sus motivos, pero razones hay muchas: porque es una oportunidad para desconectarse, porque allí usted es libre de reaccionar como quiera sin ser juzgado, porque puede llorar, exaltarse, reír, ahogar un grito y nunca estará fuera de contexto. El cine es democrático, nadie está pendiente de usted, así como usted tampoco se fija mucho en quienes están a su alrededor, a menos de que usted sea una persona como yo o como Amélie Poulain, que disfrutamos viendo las reacciones genuinas de la gente en el cine. Dice una tía que los artistas hacen lo que les place; pues bien, voy a cine porque me place. Y aunque viene siendo como una especie de impulso, las historias me ordenan la vida. Aprendo con metáforas, entiendo el mundo en zapatos ajenos, y Nosferatu me cae de manera muy oportuna, me permite habitar el miedo de una manera distinta.
No sé qué tan necesario sea verse la película original, pero yo lo haría. De hecho lo hice, incluso sin buscarlo, porque lo que deseaba en diciembre era silenciar el mundo, ver cine mudo, y el algoritmo me llevó a Nosferatu. Buen acierto de la tecnología, debo reconocer. Así es que denle la oportunidad a la obra original antes de ver la adaptación. Eso sí, como ya lo dije, la versión del 2025 es bastante fiel a la original, pero vale la pena, aunque sea la misma historia. La buena noticia es que Nosferatu de Murnau la encuentran libre en YouTube, la nueva sí la encuentran en las salas de cine, de manera que tienen la posibilidad de empezar el año… ¿diferente? A lo mejor tengan una experiencia distinta a la mía y la disfruten desde una perspectiva más terrorífica. Lo importante es que se den la pasada por las salas de cine, las historias siempre serán mejores que cualquier opinión que se tenga sobre ellas, y la pantalla grande tiene un impacto diferente al streaming.
Lily-Rose Depp stars as Ellen Hutter in director Robert Eggers’ NOSFERATU, a Focus Features release.
Credit: Courtesy of Focus Features / © 2024 FOCUS FEATURES LLC
Lily-Rose Depp stars as Ellen Hutter in director Robert Eggers’ NOSFERATU, a Focus Features release.
Credit: Courtesy of Focus Features / © 2024 FOCUS FEATURES LLC
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Autora: Diana María Pérez
Artista y comunicadora con experiencia en el área social, el arte y la docencia. Apasionada por el cine, la narrativa, la expresión creativa.
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