Daniel Quintero es un político que no necesita presentación o, por lo menos, no en Medellín, ciudad donde, sin duda, será más que odiado, increpado y cuestionado por una mayoría abrumadora. No importa si es en el norte o el sur, en un corregimiento o una comuna, si es estrato uno o cinco; la realidad es que Quintero no tiene apoyos sólidos entre los ciudadanos. Pero sí hay algo que el exalcalde tiene —y en cantidad— son políticos ingenuos que se encargan de hacerlo famoso en las subregiones de Antioquia, en Bogotá, en el Eje Cafetero, en la costa y hasta en el sur del país.
Este extraordinario equipo de community managers, como él mismo los ha llamado, provienen de todas las orillas: de la izquierda petrista, de la derecha uribista y del puritano centro. Y, lo mejor de todo, es que no le cobran absolutamente nada. Es más, creen que son ellos quienes ganan, pero la realidad es otra: Quintero no saltó a la fama nacional por su nefasta alcaldía, su renuncia o su trabajo, sino gracias a ellos.
Quintero logró llevar su discurso a diferentes zonas del país gracias a estos políticos que, en su afán de buscar “likes” y notoriedad, hacían videos donde lo mencionaban hasta el cansancio. Y claro, como se dijo anteriormente, un ser tan cuestionado en la ciudad obviamente genera una lluvia de “likes”, pero estos le dan visibilidad en otras regiones y, al final, eso es lo que él quería.
Solo debemos recapitular para darnos cuenta de cómo un exalcalde de Medellín, —que no logró que su candidato alcanzara siquiera cien mil votos en 2023— pudo conseguir que concejales dejarán su cargo para lanzarse a la Cámara o al Senado, para terminar hablando de él en Bogotá: imposible mejor publicidad. Incluso, más de un año después de dejar su cargo, todo el actual Concejo, exconcejales, la Alcaldía e incluso miembros del gobierno nacional dedican horas a hablar sobre él, mientras, Quintero aprovecha esto para lanzar propuestas absurdas y decir que es un perseguido por la unión del centro, la derecha y miembros de la izquierda que lo ven como una amenaza.
Es increíble cómo la coalición de Creemos y el uribismo lograron catapultar la precampaña presidencial de un sujeto que se creía muerto políticamente. Dedicaron su primer año de gobierno distrital —y hasta departamental— a mencionarlo en todo. No se daban cuenta de que la ciudad quería dejar ese horrible pasado atrás y hoy ya no saben qué hacer. Quintero los atrapó en su discurso y, a cada rato, deben salir a responderle y contradecir las mentiras que dice. Pero ya es muy tarde, ya no son ellos quienes dirigen la función, se han convertido en simples actores en el juego de una persona que es experta en hacerse pasar por mártir.
Ahora hablemos del bienpensante centro, donde sin duda, se llevan el premio a los tontos útiles de este juego. Si algo quedó más borrado en las pasadas elecciones que el llamado “Quinterismo”, ese fue el centro. De las dos curules que se podría decir que tenían en el Concejo, no conservaron ninguna. Creían, en su orgullo, que por lograr una curul en el Congreso podrían ser los que rescataran a Medellín del desastre de Quintero, pero su único logro fue ser parte de los congresistas antioqueños que lo hicieron famoso en Bogotá al nombrarlo cada día.
Por último, la izquierda gobiernista, en la cual algunos de sus miembros siempre han desconfiado de Quintero y son claros al decir que no es de los suyos, pues más que progresista es verdaderamente es un oportunista: uno que se disfraza de izquierda y dice luchar por los pobres, cuando sus alianzas superan a las de los políticos más rancios y tradicionales del país. El problema es que, en lugar de manejar el tema al interior de sus movimientos, decidieron ser parte de esa ya larga lista de personas que se dedican a hacerlo más famoso, y peor aún: lo hacen desde su rol como miembros del gobierno.
Así pues, ¿quién no querría ser Quintero? No tuvo que pedir un cargo para él, porque se los dieron a sus alfiles. Mientras tanto, los cuestionamientos de miembros del gobierno lo hacen ver como un progresista de izquierda diferente a los que gobiernan hoy. Al mismo tiempo, el uribismo se encarga de posicionarlo como su enemigo. ¿Y el centro? Bueno, el centro siempre feliz de ayudar. Este es el germen perfecto para un outsider populista. No por nada, la precandidata/periodista le está comenzando a prestar atención, sabe mejor que nadie que es la que más puede perder.
Con todo lo que se ha mencionado, considero que lo mínimo que se debe hacer es realizar un fuerte llamado a estas personas, que parecen haberse quedado en 2022 o 2023, y se han dedicado a hacerle una campaña magistral a un sujeto por el que nadie en Medellín da un peso. Es increíble que sean ellos los responsables de que este personaje pueda llegar a ser un fenómeno nacional.
Parecen creer que con que nadie le vote en Medellín, entonces es su fin. No, señores: Quintero sabe muy bien eso y no le interesa ganar Medellín. Lo que busca es obtener fuerza en otras regiones y ustedes le están haciendo el trabajo de forma gratuita.
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Autor: Iván Rivera Montoya
Administrador Tecnológico y Gestor Administrativo del Instituto Tecnológico Metropolitano – ITM.