Muy claras dejó las cosas hace unos días Sergio Jaramillo en Blu Radio Medellín: la gente tiene derecho a votar por el Sí o por el No el próximo 2 de octubre. Sin embargo, tiene que ser consciente de lo siguiente: Sí es Sí y No es No. Ese cuento de que se puede votar No pero que con el No se le dice sí a una paz mejor, es pura y física carreta. Es, en cierto sentido, publicidad engañosa porque se está ofreciendo algo que no es viable: renegociar el acuerdo con las Farc. Pensar que tras un eventual triunfo de los promotores del rechazo a los acuerdos de La Habana, la guerrilla va a renunciar a la fórmula de justicia transicional acordada y que simplemente aceptará sin mayor objeción el equivalente a una capitulación frente al Estado, es absurdo. Hay que tener en cuenta que el acuerdo es resultado de cuatro años de intensas negociaciones en las que, como dice el Alto Comisionado para la Paz, cada frase y cada palabra fueron objeto de duros debates durante largas jornadas.
Para los defensores del No, seducidos ahora por una concepción punitiva maximalista que apenas hace unos años rechazaban, lo único aceptable es que los responsables de graves infracciones al Derecho Internacional Humanitario, paguen muchos años de cárcel. Hace unos años, los defensores de las negociaciones con los paramilitares y los activistas de derechos humanos estaban en orillas opuestas. Ahora, los defensores de aquellas negociaciones que ahora se oponen al acuerdo con las Farc, adoptan a conveniencia el lenguaje de los derechos humanos y de los derechos de las víctimas, para denunciar que el acuerdo de La Habana es un pacto de impunidad. Pero eso tampoco es cierto.
La Jurisdicción Especial para la Paz contempla sanciones para quienes en forma temprana reconozcan sus responsabilidades (restricción efectiva de la libertad de movimiento y de otros derechos y libertades) así como obligaciones de tipo restaurativo. En este caso hay sanción aunque no haya cárcel. Los defensores del No deben ser precisos y señalar que el dilema para ellos no es justicia o paz sino cárcel o guerra. Justicia no es sinónimo unívoco e inequívoco de cárcel. De todos modos, los acuerdos incluyen la cárcel hasta por ocho años para quienes reconozcan en forma tardía sus responsabilidades, y hasta por veinte años para quienes sean declarados culpables por el Tribunal Especial para la Paz.
La elección este dos de octubre no es entre una paz imperfecta y una paz perfecta, o entre una paz “mal negociada” y otra “bien negociada”, simplemente porque los que ofrecen negociar mejor saben que eso no es viable. La elección es entre el fracaso del acuerdo mejor diseñado de nuestra historia reciente para terminar el conflicto armado con la guerrilla más importante del país, o la terminación de ese conflicto para dar paso al fortalecimiento del Estado y del ejercicio de la ciudadanía en las zonas especialmente afectadas por el abandono, la pobreza y la guerra. Por supuesto, la implementación de esos acuerdos no está libre de incertidumbre. Sin embargo, es más fácil exigir rendición de cuentas con los fusiles silenciados. De nuevo, los ciudadanos tienen derecho a decir No. Pero a lo que no tienen derecho los promotores del No, es vender esa opción como si fuera un Sí “camuflajeado”. Sí es Sí y No es No.