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¿Por qué la confianza y el tejido social son los principales valores para construir el futuro y presente de Medellín y Antioquia?

Jhon Hélber Rodríguez

Hasta la mitad del siglo XVIII, los territorios que hoy conocemos como Inglaterra y en general los países de Europa occidental, “no eran más que un rincón atrasado y distante del mundo mediterráneo. Allí nunca había ocurrido nada de importancia histórica. Las provincias romanas de Europa Occidental eran ‘un pobre salvaje oeste’, que contribuía en muy poco al imperio, a parte de minerales y esclavos. La Europa septentrional era tan desolada y bárbara que ni siquiera valía la pena conquistarla”. (Harari, 2013).

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Para ese entonces las potencias económicas y militares del mundo eran, indiscutiblemente China e India, juntas representaban dos terceras partes de la producción global y sólo el continente asiático suponía el 80% de la economía mundial. Europa, era considerada hasta el casi finales del siglo XVIII, un “enano económico”.

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¿Cómo consiguieron los habitantes de estos remotos y helados territorios del Occidente de Europa, salir de su aislamiento y convertirse en la nueva potencia mundial del siglo XIX? Si lo fuéramos a explicar hoy y en nuestro contexto colombiano, esto se logró gracias a la alianza generada entre la empresa, el estado y la universidad. Harari denomina esta alianza como el complejo: militar-industrial-científico, pues procesos que se dieron de manera previa al crecimiento económico de Inglaterra, como la expedición de Cook (1768) y con la cual se llegó a Australia, (posterior colonia Inglesa), se lograron gracias a la alianza entre la Royal Navy, La Royal Society y la financiación de la burguesía. Ninguna de estas grandes del fuerzas país hubiera podido lograr semejante hazaña sin el apoyo de las otras dos.

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Al imperio inglés y al dominio europeo vigente a lo largo del siglo XIX, le siguió el Norteamericano. Estados Unidos se convirtió desde finales de la primera guerra mundial (1914-1918), en la nueva potencia mundial, económica y militar y fue un pensador francés, Alexis de Tocqueville (1805–1859), quien en su libro: La Democracia en América, buscó explicar el repentino éxito de Estados Unidos sobre el resto del mundo, un país que hasta hacía poco no era más que una colonia inglesa.

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Para Tocqueville el éxito de “América”, consistía en su sistema democrático y en la increíble capacidad de articulación que este sistema permitía generar entre actores muy diversos de la sociedad, por supuesto la triada: empresa, estado, universidad, pero además una increíble diversidad de asociaciones, agremiaciones y articulaciones, tan variadas como inimaginables. En últimas, sorprendió y atribuyó Tocqueville al gran desarrollo de Estados Unidos a la construcción de lo que hoy conocemos como tejido social, uno de lo más complejos y ricos de cualquier país en el mundo. No es gratuito que hoy escuchemos, casi a manera de chiste, que en EEUU existen asociaciones para todo: las asociaciones dueños y criadores de perros de todas las razas cubren cada una el territorio nacional, también las científicas de temas que para nuestro contexto colombiano parecieran irrelevantes y así en todos en casi todos los ámbitos de la sociedad.

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Estos son solo dos ejemplos históricos de la fuerza que significa para una nación y para una sociedad, la capacidad de construcción conjunta, de complementariedad, de construcción colectiva de futuro.

En Colombia, esta incapacidad de construir un futuro colectivo de país ha sido, tal vez, uno de nuestros grandes fracasos y al mismo tiempo nuestro mayor desafío para superar los problemas que no hemos podido superar por décadas (o siglos) y avanzar de manera contundente hacia una mejor sociedad.

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Durante una de las épocas más duras de nuestro país y en particular de Medellín y Antioquia, (1.990) se hicieron grandes esfuerzos por buscar acercar a los diferentes actores o sectores más importantes de nuestra sociedad antioqueña. Fue la época de la formulación de la Visión de Antioquia Siglo XXI y de los pasos más importantes para acercar a la empresa, la universidad y el estado en procesos de desarrollo.

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Yo tuve la oportunidad de trabajar, como comunicador, en esta apuesta por la construcción de la Visión de Antioquia a inicios del 2000. El Consejo de Competitividad de Antioquia tenía un pequeño y comprometido equipo trabajo, con la tarea inmensa de animar e impulsar la construcción de la Visión de Antioquia. Nuestro que su principal reto no era una obra física en particular sino un cambio en la cultura: romper con los miedos y desconfianzas que se tenían desde los diferentes sectores y que no permitían construir ese escenario de futuro de sociedad, en últimas la desconfianza social era el principal enemigo y reto a superar en una sociedad fragmentada por la guerra, el narcotráfico y la corrupción.

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Recuerdo que nuestro director, Juan David Gómez, tenía una presentación que siempre llevaba a sus reuniones y que evaluábamos con frecuencia. En ella usaba frases típicas a manera de provocación, con las cuales irresponsablemente se referían de manera soterrada e incluso abierta a sectores de la sociedad desde desde cualquier otra orilla. “Los empresarios son mezquinos, explotadores y sólo buscan ganar plata a cualquier costo”. “Los sindicatos y las ONGs, son aliadas de la guerrilla”. “Todos los gobiernos y partidos políticos son corruptos”. “Las universidades viven por fuera de la realidad de la sociedad”. “Los jóvenes de los barrios populares son delincuentes”. Eran algunas de esas ideas, (no literales), pero que reflejaban el imaginario de muchas personas e incluso de importantes personas que eran referentes sectoriales.

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Esta inmensa tarea de romper la fragmentación, fortalecer nuestro tejido social y generar nuevos y múltiples escenarios de encuentro, articulación y trabajo conjunto con la participación de todos los sectores, fue un propósito también que se plantearon muchos otros actores e iniciativas, los propios empresarios, desde el estado con liderazgos como los de Gilberto Echeverri y Guillermo Gaviria y con iniciativas como la Consejería Presidencial para Antioquia, desde las universidades y desde las organizaciones sociales.

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Romper las barreras sociales, acercarnos a toda la ciudad, pensarnos el desarrollo y el futuro como región y no sólo como balances empresariales, el estado como líder y articulador del diálogo social y de la construcción colectiva, los partidos políticos, los gobiernos. En todo esto, sin duda, estuvo nuestra capacidad de superar la dura guerra contra el narcotráfico, pero también gran parte de los más importantes avances que hemos hecho como ciudad y como departamento en los últimos 20 años.

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Al igual que en la Inglaterra del siglo XVIII y en Estados Unidos a inicios del siglo XX, nuestro principal capital y motor de desarrollo es la confianza y el tejido social, ese inmenso y multifacético entramado de relaciones, espacios de encuentro, de construcción colaborativa entre los diferentes actores de nuestra sociedad y sus infinitas combinaciones y propósitos. Hoy, mucho más que a lo largo de la historia, las sociedades se construyen a partir de visiones compartidas, de los aportes especializados y absolutamente complementarios que todas y todos podemos hacer.

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Medellín enfrente actualmente una crisis en la confianza social, rupturas en los espacios de construcción que se venían consolidando desde décadas atrás. Lo repito es nuestro principal capital como sociedad. Sin duda, en todos los sectores han existido y existirán personas que han cometido delitos, lo vemos todo el tiempo en las noticias: políticos procesados, corrupción, alianzas de privados para delinquir, jóvenes y adultos que cometen delitos. Sin embargo, no puede pasarnos de nuevo que el discurso de un gobierno sea el de estigmatizar a un sector o sectores de la sociedad, generalizar sus calificativos, rompiendo con ello el tejido social y generando nuevos ciclos de aislamiento.

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Los casos específicos de cada barrio, de cada partido, de cada gobierno, de cada empresa, de cada organización, deberá resolverlos la justicia, pero la función fundamental del gobierno y de sus administradores es la de convocar a la sociedad en general para la superación de nuestros más grandes problemas y retos. Desde hace ya varios siglos está demostrado que ningún actor de la sociedad podrá avanzar y resolver sus grandes desafíos si pretende hacerlo solo.

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Señor Daniel Quintero, alcalde de Medellín, nuestro principal valor como sociedad es la confianza, la construcción colectiva de sociedad, nuestro tejido social, y usted le hace un grave cuando usa un discurso que “generaliza” y estigmatiza al sector empresarial de Medellín y a quienes le hacen críticas a su gobierno. No es sólo EPM lo que está en riesgo, es el cambio cultural que ya había tomado un camino en Medellín y Antioquia y el que permitirá, de fortalecerse, que sigamos avanzando tan increíblemente como lo hemos hechos en las últimas décadas: la Medellín de hoy, de la que nos sentimos tan orgullosos, la hemos hecho entre todas y todos.

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Fuentes:
Noah Harari, Y. (2014). De Animales a Dioses (19th ed., pp. 309, 310.). Bogotá: Debate.
Tocqueville, A. (1835). De la démocratie en Amérique (25th ed.). [Bruxelles?]: Random House.
Documento: “En la Antioquia que construyas vivirás”. Tomado de: http://files.prospectivaypresupuesto.webnode.com.co/200000012-121dc13178/EN%20LA%20ANTIOQUIA%20QUE%20CONSTRUYAS%20VIVIRAS.pdf

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