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Medellín y la oportunidad de aprovechar la diversidad para el progreso

Por estos días, cuando Medellín vuelve a debatirse entre sus miedos y sus oportunidades, vale la pena recordar que la historia de la humanidad ha demostrado, una y otra vez, que las civilizaciones que abrazan el talento externo son las que consolidan su progreso.

“Hace milenios, cuando las técnicas agrícolas comenzaron a desarrollarse en la Media Luna Fértil, territorio que hoy ocupan Irán, Irak y Siria, se produjo un excedente que permitió la especialización”, escribió el célebre divulgador científico Isaac Asimov en sus ensayos sobre los orígenes de la civilización. Según él, ese cambio desencadenó una transformación profunda: surgieron nuevas ciencias, apareció la escritura y se crearon sistemas de registro para administrar los excedentes guardados en bodegas controladas por sacerdotes.

De ese proceso emergieron las ciudades y la vida urbana. Para Asimov, “la concentración de población hizo posible el desarrollo de las artes y el pensamiento complejo”, dando origen a economías más sofisticadas y a un notable mejoramiento de la calidad de vida.

Medellín: una ciudad que compite por el talento

En el contexto colombiano, Medellín compite hoy por esa misma capacidad histórica de atraer talento. “La ciudad ha construido, durante décadas, una infraestructura sólida en transporte, educación, salud y espacio público que la hace muy competitiva”, afirma Lucía Mendoza, urbanista y profesora de la Universidad Nacional. “A eso se suma la cultura de hospitalidad y alegría de quienes la habitan”.

Gracias a ese conjunto de factores, cada día más personas de distintas regiones del país y del mundo deciden establecerse aquí. Estos nuevos habitantes se integran a una diversidad urbana que ya había sido moldeada, durante los últimos 50 años, por quienes llegaron desplazados por la violencia o en busca de oportunidades educativas y laborales.

Entre la inquietud y la xenofobia selectiva

No obstante, el aumento de visitantes y de nómadas digitales ha generado reacciones diversas. “Estamos viendo una especie de xenofobia selectiva, mezclada con temores legítimos al turismo sexual o al consumo de drogas”, señala Marcela Giraldo, socióloga del Instituto de Estudios Urbanos. “Son preocupaciones comprensibles para algunos sectores, pero no pueden convertirse en la única narrativa sobre el fenómeno”.

Giraldo enfatiza que rara vez se habla del potencial positivo que acompaña a muchos de estos recién llegados. “Una parte significativa de los nómadas digitales aporta conocimiento, cultura de innovación y redes globales. Ese capital humano puede fortalecer las capacidades de Medellín para enfrentar los desafíos del mundo contemporáneo”.

Aprovechar el potencial, manejar los riesgos

Varios expertos coinciden en que es el momento de que la ciudad formule una política pública integral sobre este fenómeno. “Se necesita una estrategia moderna que articule al sector público, al privado y a la academia”, sostiene Julián Carvajal, analista de desarrollo urbano. “La clave es aprovechar los efectos positivos, emprendimiento, transferencia de conocimiento, intercambio cultural, mientras se controlan adecuadamente los impactos negativos”.

Medellín se encuentra en un punto decisivo. “Estamos frente a una oportunidad histórica para recuperar el liderazgo nacional e internacional que Medellín ha construido durante décadas”, afirma Beatriz Ospina, investigadora en políticas territoriales. Para ella, ese liderazgo se ha visto debilitado recientemente por la falta de visión de algunos dirigentes.

La pregunta, entonces, es si la ciudad será capaz de activar nuevamente ese orgullo colectivo que durante décadas ha distinguido a la llamada tacita de plata y convertir su diversidad en un motor de futuro

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Por: Luis Miguel Úsuga Samudio

Exsecretario de Cultura de Medellín