La reciente publicación de fotografías de la líder social y política Marta Peralta en un sector exclusivo de París, frente a la icónica Torre Eiffel, desató un nuevo enfrentamiento entre seguidores y detractores de los extremos ideológicos en Colombia.
Sin desconocer que alguien asociado con casos de corrupción, que afectan a las comunidades más vulnerables, no debería exhibir símbolos de lujo o exclusividad, especialmente cuando su discurso y apariencia apelan a la humildad, es importante destacar que la calidad del debate generado ha sido aún más preocupante que el hecho en sí.
Los ataques cargados de odio y los comentarios despectivos, como “guisa asquerosa”, “payasa”, “prepago” o “levantada de estratos bajos”, evidencian un problema profundo en nuestra sociedad: la exclusión. En Colombia, términos como “guisa” se utilizan despectivamente para referirse a mujeres que trabajan en oficios domésticos, perpetuando un discurso clasista y deshumanizador. Este lenguaje refleja una narrativa extendida en ciertos sectores de la población que considera que las personas humildes, sin importar su mérito o esfuerzo, no son dignas de ocupar espacios de poder o influencia.
Resulta paradójico que muchos de quienes critican a Peralta o a figuras como Francia Márquez por “trepadoras” no provienen de linajes aristocráticos, ni españoles ni ingleses. De hecho, como señala Rafael Ton en su libro El síndrome de Doña Florinda, estas actitudes suelen surgir de quienes comparten los mismos problemas financieros que critican. Son personas que, por presión social, intentan aparentar un nivel socioeconómico superior al que realmente tienen, adquiriendo bienes fuera de su alcance solo para presumir y descalificar a otros en situaciones similares.
Es triste constatar que la energía destinada a este tipo de conflictos, alimentados por mezquindad, codicia y odio, podría ser utilizada para resolver muchos de los problemas que aquejan a nuestra sociedad. La esperanza radica en que aprendamos a transformar ese resentimiento en solidaridad y empatía, construyendo un país más justo e inclusivo para todos.
Por: Luis Miguel Úsuga Samudio
Ex secretario de Cultura de Medellín