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Coalición presidencial por la paz

Ante el riesgo de que el próximo presidente sea alguien que no garantice la implementación de los Acuerdos, una coalición liderada por los sectores independientes y de centro puede ser la solución para apostarle a la construcción de paz. Empieza el lanzamiento de dados camino al 2018.

Todo parece indicar que el próximo debate presidencial, tendrá como uno de sus ejes centrales el cumplimiento o no de los acuerdos de paz, suscritos entre el Gobierno del Presidente Juan Manuel Santos y la Guerrilla de las Farc, refrendados recientemente por el Congreso de la República.

La materialización de la paz en Colombia, está resultando más compleja de lo que los analistas, los actores políticos, la comunidad internacional y los académicos habían previsto.

Ahora se hace evidente que no existe seguridad jurídica suficiente para lograr el cumplimiento de los acuerdos, pues si el próximo gobierno es de los sectores que se ha opuesto al proceso de paz, tendrían todos los instrumentos para obstaculizar y desconocer el acuerdo suscrito en el Teatro Colón.

Está claro que la forma de blindar los acuerdos de paz, no es solamente jurídica, sino que depende de la capacidad política que se pueda construir en torno al propósito de la paz, y al parecer la única forma de lograrlo es eligiendo un Presidente de la República 2018-2022, comprometido con la construcción de una paz estable y duradera, y por ende comprometido con el cumplimiento de los acuerdos suscritos entre el gobierno y las Farc.

Ahora bien, exploremos qué posibilidades existen de construir una coalición que sea capaz de llegar con un candidato único a la primera vuelta presidencial, que le permita estar en la segunda vuelta y así poder competir con uno de los dos posibles candidatos que no se comprometerían con el proceso de paz, que son: el candidato presidencial que respalde el proyecto emergente del Senador Álvaro Uribe, o la famiempresa electoral que viene construyendo con los empresarios de la infraestructura el hoy Vicepresidente de la República.

Si no se logra llegar unificados en una gran coalición a la primera vuelta presidencial, los acuerdos de paz podrían ser derrotados en ese momento, y los colombianos quedaríamos avocados a escoger en segunda vuelta entre un candidato, que siendo presidente desconocería abiertamente los acuerdos de paz, y un candidato que no cree en la justicia transicional y no se comprometería con sacar adelante las tenues reformas sociales y políticas que pactaron.

 

Los actores de la coalición

En procura del bien superior de la paz, como mandato constitucional, podrían participar los actores políticos de la Unidad Nacional, que han impulsado y respaldado el proceso de paz: El partido de la U, el Partido Liberal, una parte del Partido Conservador, El partido Opción Ciudadana.

Por los sectores independientes y de minorías estarían: El Partido Alianza Verde, el Movimiento Mira, la Alianza Social Independiente, ASI, el Movimiento Autoridades Indígenas de Colombia, Aico, el Movimiento Alternativo Indígena y Social, Mais y el Grupo significativo de ciudadanos Compromiso Ciudadano.

Y desde la izquierda estaría el Polo Democrático Alternativo, el Partido Unión Patriótica, y el partido que emerja de la disolución de las Farc, el grupo significativo de ciudadanos Progresistas, Marcha Patriótica y el Congreso de los Pueblos.

 

Reglas para construir la coalición

No existe un precedente en la construcción de una coalición de estas dimensiones en la historia reciente de nuestro país, y se requiere una especial interpretación de la normatividad vigente por parte del Consejo Nacional Electoral para hacer viable la realización de las consultas populares necesarias para su construcción.

La ley 1475 de 2011, reglamenta y define las consultas populares, como el mecanismo de participación democrática y política que los partidos y movimientos políticos con personería jurídica, y/o grupos significativos de ciudadanos pueden utilizar con la finalidad de escoger sus candidatos propios o de coalición, a cargos de elección popular.[1]

Existen dos tipos de consultas que es necesario distinguir y definir con claridad en el calendario electoral, las primeras son las consultas que se hacen al interior de un mismo partido, movimiento político o grupo significativo de ciudadanos para escoger su candidato, en este caso el candidato a la presidencia de esa colectividad.

La segunda opción de consulta es la consulta inter-partidista en la que participarán los candidatos únicos de cada uno de los partidos, movimientos políticos o grupos significativos de ciudadanos que participen de esa gran coalición.

 

La clave está en el calendario electoral

En el calendario electoral para la elección del presidente y vicepresidente del 2014, las consultas de los partidos para escoger sus candidatos a presidente y las consultas interpartidistas (que no se realizó ninguna), se programaron en la misma fecha, el 9 de marzo durante las elecciones de Congreso (sólo hubo una Consulta la del partido Alianza Verde).

Es necesario que se definan dos fechas[2], una primera para las consultas internas de los partidos, movimientos y grupos significativos de ciudadanos, donde se pueda definir quién es el candidato del Partido Liberal, quién es el candidato del Polo Democrático Alternativo, quién de la Alianza Verde, y así poder dirimir democráticamente las pujas al interior de los partidos, para que en un segundo momento, se pueda realizar la consulta interpartidista, que puede coincidir con las elecciones de congreso, donde se elige un candidato presidencial de la coalición por la paz, que compita en la primera vuelta presidencial llegando a generarse la opción de obtener el 51% de la votación y así derrotar a los enemigos de la paz en la primera vuelta.

Esta adecuación al calendario electoral no requiere reformas legales, solamente se requiere de la decisión política de los magistrados de la Unidad Nacional, sumada con el magistrado de las minorías, los independientes y de la oposición de la izquierda democrática.

 

Quién puede liderar esta coalición

Como no se trata de una coalición para darle continuidad al gobierno del Presidente Juan Manuel Santos, puesto que muchos sectores que están comprometidos con la paz no se sienten identificados con la política económica, social y ambiental del actual gobierno, la coalición no podría ser liderada desde el partido de la U.

Teniendo razón en el discurso del Teatro Colón, el señor Rodrigo Londoño Echeverry, comandante de las Farc, la coalición no podría ser liderada por el partido surgido de la desmovilización de esa guerrilla, porque le daría munición a la ultra derecha para polarizar más el país, que debe sanar las heridas de la guerra y buscar la reconciliación.

Desde mi opinión, los llamados a liderar esta coalición por la paz, son los sectores independientes: Alianza Verde, Alianza Social Independiente, ASI, Movimiento Mira, Movimiento Alternativo Indígena y Social, Mais, Autoridades Indígenas de Colombia, Aico, Compromiso Ciudadano.

La izquierda democrática: Polo Democrático Alternativo, la Unión Patriótica, Progresistas, Marcha Patriótica, el Congreso de los Pueblos, y desde la centro derecha el Partido Liberal. A esta propuesta podrá sumarse un sector del Partido Conservador, Opción Ciudadana, y el Partido de la U.

Quienes deben liderar el proceso no deben ser los fatigados y desgastados partidos políticos, será mucho más eficiente que sean liderados por procesos ciudadanos y de opinión, con figuras frescas que puedan diferenciarse de la clase política tradicional, tanto de la derecha como de la izquierda.

 

El programa de gobierno

Es necesario construir un programa de gobierno para la coalición, que recoja las visiones de la diversidad política que integraría esta innovadora y urgente empresa política, buscando un punto medio entre el modelo neoliberal a ultranza que ha caracterizado a los dos gobiernos de la unidad nacional (Uribe-Santos) y la propuesta socialista que enarbola la izquierda democrática.

Para este periodo de transición política de la guerra a la paz, se requiere un programa de corte social, que garantice la diversidad étnica, cultural y regional, que se comprometa con el cumplimiento de los acuerdos de paz en términos de la recuperación e integración del campo colombiano.

Comprometida con fortalecer la justicia, y la presencia del estado social de derecho en todo el territorio nacional, que le apueste a combatir la corrupción como principal flagelo a derrotar para devolverles la política a los ciudadanos y la posibilidad de materializar progresivamente el ejercicio de sus derechos sociales.

Un elemento fundamental del programa ha de ser la seguridad ciudadana, como un bien fundamental para la construcción del bienestar de todos los colombianos, derrotando a las mafias, la ilegalidad y la intranquilidad en las ciudades y campos.

Puede ser el momento justo para pensar en una gran reforma educativa que brinde una educación de calidad y pertinente para todos los colombianos sin discriminaciones y reduciendo las brechas y las discriminaciones odiosas que se han institucionalizado en Colombia.

Esta oportunidad para construir una coalición por la paz, podría llegar a ser una verdadera revolución en la cultura política, quitándoles el monopolio del poder político a unas pocas familias.


[1]Artículo 5, ley 1475 de 2011

[2]La ley 1475 de 2011, en el inciso cuarto del artículo 6, establece que el Consejo Nacional Electoral “reglamentará la convocatoria y realización de las consultas populares…”.

Tomado de: http://lasillavacia.com/silla-llena/red-de-la-paz/historia/coalicion-presidencial-por-la-paz-59075

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