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¿Peor el remedio que la enfermedad?

Evaluar el manejo que han dado nuestros gobernantes a la crisis del Covid-19 es una de las tareas que nos hemos propuesto en Confluencia ya que es indispensable seguir promoviendo la deliberación ciudadana y el pensamiento crítico en este país.

No es fácil criticar al gobierno en el contexto actual dado el nivel de consenso que han logrado muchas de las medidas, con el miedo comprensible que han generado imágenes de terror como las que vimos en Italia, España, USA y ahora en Brasil. Ese miedo ha paralizado el pensamiento y ha elevado la aprobación a cualquier gestión de los mandatarios que se justifique con la protección a la salud y la vida, como nos dicen que lo hace la cuarentena.

En nuestros diálogos con expertos y conocedores de la gestión, encontramos muchos elementos para cuestionar las medidas desde una postura ética, política y social y también desde la ciencia y la epidemiología.

Algunos elementos para el debate:

1. Debemos entender que este virus sigue siendo bastante desconocido y no se sabe qué tipo de mutaciones va a tener, lo que hará más difícil su control y vacuna. Es decir, no se trata de una crisis de corto plazo que se resuelve con una cuarentena de dos o tres meses. Si así fuera ya estaríamos a punto de salir de la crisis, pero el gobierno anuncia que el pico puede llegar en julio o agosto y otros anuncian que llegarán nuevas oleadas en todo el mundo. Es muy probable que el Covid 19 haya llegado para quedarse. Aunque algunos expertos creen que se podría controlar como el H1N1, el SARS 2003 y el Ébola, otros consideran que este es un virus más difícil de manejar. En ese escenario altamente probable ¿podremos seguir en cuarentenas eternas y prorrogables cada mes, por cuánto tiempo?

2. El gobierno colombiano se demoró en tomar medidas pues desde el 30 de enero la OMS declaró la emergencia internacional, sin embargo, al aeropuerto El Dorado entraron más de 500.000 personas, sin contar las que entraron a Cartagena en cruceros y el descuido con las fronteras como la de Brasil y Venezuela. Se hubiera ganado mucho más con un control serio a las fronteras.

3. Aun así, el gobierno escogió un tipo de manejo que ha dado resultados en términos de controlar relativamente la expansión del virus, aunque no en todas las zonas del país optando por la vía rápida, y podríamos decir más sencilla, de dejar en casa a la mayor parte de la población. Cosa muy diferente a países más desarrollados que han tenido mucho éxito sin apelar a estas medidas draconianas, con cierres parciales y prudentes.

4. Este manejo se ha hecho apelando a los decretos de emergencia que han incluido medidas policiacas, toques de queda, privación de las libertades para todos los ciudadanos; gobernando prácticamente en estado de sitio, sin Congreso, sin Asambleas ni Concejos que controlen; sin las Cortes, con poderes absolutos para el ejecutivo, con la fuerza y la arbitrariedad de la policía para las más sencillas infracciones, es decir, en la más absoluta impunidad. Esto ya empezó a mostrar sus terribles secuelas sociales, sicológicas y económicas, en un país pobre que se cree rico pero que ha mostrado la profunda y terrible pobreza que nos aqueja y la incapacidad de combatirla.

5. Aportes muy bajos respecto al PIB comparado incluso con nuestros vecinos igualmente pobres. Perú por ejemplo ha invertido el 12% del PIB mientras Colombia ha invertido el 1.5%. Cada semana anuncian medidas de alivio que no funcionan y quizás lleguen algunas cuando ya muchos sectores de la economía estarán liquidados. Dineros que se quedan en los bancos o llegan sólo a los más ricos. Un manejo fiscal que privilegia la ortodoxia económica por encima del bienestar de la población.

6. El dilema ético que se plantea hoy el mundo entero aquí se está resolviendo por la peor vía. ¿Cuántos van a morir por el Covid-19 y cuántos por la miseria que este manejo va a desencadenar? ¿No sería mucho menos dañino un manejo menos restrictivo con mucha más inversión en educación y en enseñarle a la gente a convivir con esta enfermedad? Ciudadanos conscientes, empoderados, que entiendan la responsabilidad individual sin apelar a la fuerza y la arbitrariedad que hemos visto. Un manejo que privilegia la fuerza y la sanción por encima de la educación. Tal como lo pronosticaba hace poco Yuval Noah Harari, regímenes de vigilancia totalitaria por encima de una ciudadanía empoderada.

7. Gobiernos débiles y asediados por las protestas ciudadanas, que este año iban a ser enormes, se sienten mucho más fuertes y seguros manteniendo a sus ciudadanos encerrados en casa a pesar de los efectos desastrosos que esto va a producir. ¿Qué tiene esto de distinto a una dictadura? Quizás no habrá tantos muertos sin fórmula de juicio o desaparecidos como en ellas pero habrá más muertos por la miseria y la crisis social que se avecina. Algunos expertos pronostican que vamos a retroceder 20 años en la lucha contra la pobreza.

8. No se han cumplido las promesas de preparar el sistema de salud para el pico más alto. No se han cumplido las metas de UCI ni de camas ni mucho menos los pagos atrasados a la salud. Continúan los problemas con las EPS que siguen sin pagar sus deudas a los hospitales. No se ha cumplido la ley de punto final que esperaba mejorar en parte esas deudas, no se está protegiendo al personal de la salud, ni siquiera se les están pagando sueldos atrasados y los hospitales están entrando en una crisis más grave al no poder usar su capacidad instalada. Nos han engañado pues el sistema no está mejorando como debería ser mas de dos meses después del inicio de la cuarentena. Y ni que decir de los que pasa en regiones periféricas como el Amazonas, el Meta, la Guajira, el Chocó, etc.

9. Los planes de desarrollo, al menos de Antioquia y Medellín, no fueron capaces de asumir propuestas como el ingreso mínimo vital para apoyar a la población más vulnerable y los gobiernos siguen optando por la limosna, apelando a la solidaridad ciudadana que ha sido enorme pero se va agotando, y para agravar el asunto seguimos observando la corrupción campante aún con los recursos que deberían ir a los más necesitados.

Ya es hora de cambiar la estrategia. ¡No hay razones para aplaudir a estos gobiernos!

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