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NO

«A veces un No niega más de lo que quería, se hace múltiple.

….sale de labios puros un no puro;

sin mancha ni querencia de herir, va por el aire.

Pero el aire está lleno de esperanzas en vuelo, las encuentra

 y las traspasa por las alas tiernas

su inmensa fuerza ciega, sin querer,

y las deja sin vida y va a clavarse

En ese techo azul que nos pintamos

y abre una grieta allí.

O allí rebota

y  su herir acerado

vuelve camino atrás y le desgarra

el pecho al mismo pecho, que lo dijo.

Un no da miedo. Hay que dejarlo siempre al borde de los labios y dudarlo.

O decirlo tan suavemente

Que le llegue

 al que no lo esperaba

Con un sonar de “si”,

Aunque no dijo sí quien lo decía. 

Pedro Salinas

Ayer Colombia dijo No. No a los acuerdos de la Habana para poner fin al conflicto con las FARC. Esa es la democracia y quienes votamos Si aceptamos con gallardía y humildad la decisión del país.  Pero el dolor es inevitable y parte de la receta para aplacarlo es escribir estas palabras.

No pude dormir, en las horas lentas del insomnio, que contrario a lo que diría Borges, «no tuvieron ninguna insoportable lucidez», sólo pude sentir mi alma encogida de dolor y el corazón maltrecho por ese No. Solo lluvia en mis ojos y el corazón nublado, como esas lluvias torrenciales de verano que solo logran levantar más el calor húmedo y sofocante y nos dejan exhaustos.

Me acompañaba también la vergüenza ante el mundo que mira con asombro como desperdiciamos esta oportunidad única para terminar de una vez y por todas esta guerra fratricida. La derrota fue mínima en votos, pero máxima en su significado Apenas 53.894 colombianos y colombianas decidieron este salto al vacío y un trayecto que llega a una sin salida. El pasado ya lo sufrimos, el presente es de total incertidumbre así que… ¿cuál será nuestro futuro?

Otra vez el mundo es bicolor: no parecemos olvidar, insistimos siempre en dividirnos en dos bandos y mirarnos siempre desde la otra orilla: o Liberales o Conservadores, o Católicos o no o, Santistas o Uribistas, nunca nosotros mismos en un mundo multicolor.

Es imperativo nuevamente para esos 6.377.482 de colombianos y colombianas que dimos el Sí con ilusión y entusiasmo, hacer un alto en el camino.  Conjurar nuevamente la tristeza, enjuagar nuestras lágrimas, cargar nuevamente las mochilas con esperanza y alegría,  y con la tozudez que se requiere para vencer el miedo y la sorpresa, encontrar una salida, nuevos caminos para La Paz. También para los millones de colombianos y colombianas que dijeron No,  se requiere una pausa. Hoy más que nunca el país requiere sensatez y sabiduría. Esperemos no seguir siendo inferiores al reto de la historia. Al fin y al cabo la negociación de los conflictos es siempre la más larga y difícil las batallas. Para la realidad del país y para la humanidad no hubo ganadores. Solo hemos vuelto más arduo y tortuoso el camino para La Paz. Reuniremos la fuerza necesaria para andarlo y llegar a la meta. Como decía uno de mis profesores. Los hombres y mujeres grandes, al igual que los árboles, se tallan caídos.

Luchar, insistir, persistir y resistir, no en este minuto, sino toda la vida, es la consigna.

Cuantas veces sea necesario, volveremos a empezar, una y otra vez hasta que La Paz sea posible. Volver a esgrimir la palabra hasta el cansancio, es la tarea. Solo la palabra, ese es el acuerdo vigente por ahora, ese es nuestro punto de encuentro y ya ello es el mejor punto de partida.

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