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Lecciones Gatunas

A mis amigas Vicky, Rocío, Astrid, Yaneth y demás amantes de los gatos.

 

Hasta ahora nunca había tenido un gato. Eso cambió hace unos meses.  Bueno, para empezar, no puede decirse que una, «posea» un gato. Casi siempre los gatos toman posesión de todo.

 

Les voy a contar la historia. La gata de una compañerita de colegio de mi sobrina, gatófila por convicción, quedo preñada, de un gato vagabundo y hechicero, andariego de tejados de barrio, que la sedujo con sus aires de gato de mundo.

 

Meses después fruto de esos encuentros amorosos, nacieron seis hermosos gatitos a la espera de quienes se dejaran adoptar por ellos. Mi sobrina y cuñada solidarias,  se dieron a la tarea de encontrar hogar a los nuevos felinos. Y así llegó a mi vida un nuevo y maullador inquilino.

 

Llego a mi casa un domingo por la mañana y fue amor a primera vista. Era un gatito blanco de manchas grises, cuerpo alargado y flexible, cara atigrada y pelo de alambre. Tomó posesión del espacio y se instaló cómodamente detrás del fresco de la alacena.

 

Lo primero que hicimos, en un torpe intento  de domesticación, fue darle un nombre. Nombrar, se sabe, es una manera de poseer y para ello hay que tener identidad.

 

Así que después de contarle a mi nieta de 5 años,  que tendríamos un gato y era la delegada para ponerle el nombre, ella, después de oír historias y aventuras de gatos, resolvió  el asunto de manera sencilla y clara: se llamaría Mr Cat.

 

Mi hija menor también decidió participar en el asunto y como estaba en la etapa de lecturas nadáistas, Boris Lemos le parecía un nombre perfecto -podría haber sido Gonzalo, si no hubiese considerado este un nombre largo, poco apropiado para un gato. Yo por mi parte, había buscado un nombre corto y sonoro, según mis consultas sobre gatos e instrucción de mis amigas gatófilas. Teo. En esa discusión estábamos hasta que finalmente el asunto lo decidió mi marido, cuando el gato estreno sus uñas afiladas en sus pies descalzos y grito:  -hayyyy así no Boris… No…. Teo….en fin Boristeo!!!!.

 

Allí quedó bautizado oficialmente el felino, cual miembro de la realeza: Mr Cat Boris Teo Primero Gómez Agudelo y así llego a formar parte de la familia.

 

Hoy Boristeo (abreviatura de su nombre) vive feliz en una pequeña parcela en Copacabana y es amo y Señor de la vecindad, de potreros, quebradas y bosques cercanos.

 

Tres lecciones aprendidas en mi corta cercanía con mi gato:

  1. El valor de La Autoestima: Boristeo al igual que todos los de su especie, es altivo y soberano. No importa su raza o pedigrí. Él no se ha enterado que es gato criollo, y si lo sabe le tiene sin cuidado. Él tiene porte y actitud de emperador chino, descendiente de varias generaciones de monarcas. Domina el territorio que ocupa y se comporta como su dueño y señor, su majestad Mr Cat.

De movimientos cadenciosos, sutiles y silenciosos, ningún espacio o rincón está vedado para Él. Quien vive a su alrededor sucumbe a su encanto, sensualidad, seguridad y porte sereno.

 

  1. La Libertad: hija de su autonomía, encumbrada autoestima y altivez. Boristeo es la encarnación misma de la Libertad. El mundo es suyo. Busca mimos y cariño cuando se le antoja, se acurruca y ronronea perezosamente en cojines  y almohadas y permite caricias y arrumacos solo cuando es su deseo. De resto es un cazador solitario que maúlla en las noches, y agazapado busca presas en la fauna montuna. Se mueve a su antojo sin restricción ninguna. Deambula por árboles y tejados, bajo las camas y sofás, encima de mesas y sillas. Husmea cajones, trepa hamacas y muros o se acomoda en total quietud e irreverencia encima de cualquier superficie como esfinge de porcelana.

¡¡¡Ahhhhh quién fuera a veces gato!!!

 

  1. La convivencia: inteligente y astuto, Boristeo supo que era necesario para gozar plenamente de su libertad, no contrariar a sus recién adoptados amos, haciéndose amigo de otro animal de cuatro patas, otrora enemigo de gatos.

Sacha es también una perrita criolla de pelaje corto, negro y con manchas color caramelo, que vivía a sus anchas en la mencionada finca, hasta la llegada de Boristeo. Al principio y a pesar ser una perra noble y cariñosa,  lo miraba con sospecha y le gruñía defendiendo su territorio. Boristeo arqueaba totalmente el lomo, paraba la cola y las orejas y erizaba completamente todo su pelambre del hocico a la cola; (comprendí el significado de las palabras de nuestra diva Amparito Grisales con aquello de «me erice») bufaba con fuerza y algo curioso que no imaginaba., ¡¡¡Escupía a la perra!!!

 

Este ritual se repitió una, dos o tres veces en los fines de semana en los que iniciamos el proceso de adaptación de Boristeo a la finca y a su nueva amiga. Después de olisquearse y reconocerse mutuamente durante un tiempo, hoy son los «mejores amiguis» como diría mi sobrina. Corretean por caminos y potreros juegan largos ratos volviéndose un ovillo de patas y hocicos, maullidos y ladridos. Sacha ejerció con nobleza su mayoría de edad y Boristeo en su juventud, sabiamente decidió conquistarla, al fin y al cabo el territorio era bastante amplio para los dos y eran parte de la misma familia.

 

Últimamente comparten la comida, el agua y prueban  juntos los manjares felinos y caninos que les llegan al plato.

 

De manera que ya no puede decirse que «viven como perros y gatos» a no ser que el adagio cobre nuevo significado y ello se traduzca en que aún con los enemigos, es posible la Convivencia en Paz, la lección más importante que me enseñó mi gato.

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