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La revocatoria puede ser una alternativa o una trampa

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La idea de la revocatoria arrancó antes de tiempo y, desde luego, sin que existieran las causas que indica la ley, por lo que se le calificó como oportunista y se asoció con un sector político específico. Sectores críticos de Quintero, no la consideraron conveniente. Decían, entre otras cosas, que era darle la oportunidad de permanecer en campaña, y más bien emprendieron iniciativas importantes como la Veeduría Ciudadana, el control político y la denuncia de corrupción.

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Pero el alcalde Quintero se ha esmerado en hacer crecer la oposición. Su gobierno se ha ratificado como el más calamitoso de la historia de Medellín. Su administración no construirá alguna obra significativa de infraestructura que sea iniciativa propia. Tampoco va a dejar algún programa social que merezca el recuerdo. Ya sobresale por convertir la mentira en una manía, por normalizar prácticas corruptas; por poner en riesgo a Epm -nuestro mayor patrimonio público-, y por destruir proyectos y programas ejemplares, que eran orgullo de la ciudad. Basta mencionar Buen Comienzo, RutaN y la grosera toma de la Biblioteca Pública Piloto. Y no se detendrá, seguirá desbarajustando lo que funciona bien para satisfacer a sectores de izquierda y derecha (algunos de ellos ligados al paramilitarismo) a los que ha unido con consignas anti, y en prácticas primarias del clientelismo y del saqueo de lo público.

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Quintero también ha apuntado, en sincronía con poderes externos, a destruir empresas que son parte del capital social e histórico de la región. Y lo ha hecho de manera pertinaz sin evidencias. Con lo que dice y hace, cada día mueve más gente a la oposición y ha llevado a más sectores críticos a considerar la revocatoria como una alternativa para detenerlo. Y, aunque hay razones que la justifican, y algunos ya se han tallado por hacerla realidad, creo que es riesgoso concentrarse en ella.

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El principal riesgo -que es obvio y ya empezó-, es que Quintero paralice la revocatoria con una telaraña jurídica. (Esto ya sucedió dos veces en Bogotá con grave desgaste para los promotores). De esta manera el pleito dejará el ámbito político y se convertirá en una pelea con instancias formales, en las que tiene amplio margen de maniobra, así como lo tendrá con actores invisibles, redes mafiosas enquistadas en el Estado, que estarán a su servicio.

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Por ello creo que con proceso de revocatoria, o sin él, es fundamental construir, con deliberación pública, un gran acuerdo para corregir la ruta que lleva la ciudad, un acuerdo que se centre en el futuro, que inspire confianza y desate el espíritu cívico; en el que hombres y mujeres, sectores sociales diversos, confluyan en propósitos comunes, entre los que se subraye la lucha contra la corrupción. Una gran alianza que recupere lo positivo del modelo de ciudad que se venía construyendo, que corrija lo necesario, que se proponga nuevos retos y propicie múltiples acciones colectivas, como ha sucedido en momentos definitivos de nuestra historia.

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