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Gracias Cajamarca

98% fue el resultado de la consulta popular en el municipio de Cajamarca Tolima el pasado 26 de marzo: 6.165 ciudadanos dijeron NO A LA MINERÍA y 76 personas votaron SÍ al proyecto de explotación de oro “La Colosa” que adelanta Anglogold Ashanti en las montañas de ese municipio.

 

Fueron ocho años de resistencia de los cajamarcunos por evitar los daños irreparables que una explotación de oro ocasionaría al medio ambiente y a la gente en una región dedicada a la agricultura y que posee fuentes de agua que alimentan la cuenca del río Coello, de la cual la autoridad ambiental departamental, CORTOLIMA dice: “El Río Coello presenta vital importancia en el desarrollo del departamento del Tolima. Dentro de su cuenca se encuentran localizadas las fuentes abastecedoras de los cascos urbanos de los municipios de Cajamarca, Ibagué, El espinal, Flandes y de otros centros habitacionales de menor densidad poblacional. Igualmente, dentro del área de su Cuenca Mayor se ubica el Distrito de Riego del Río Coello, localizado en la zona central del Departamento del Tolima y abarca una extensión de 71.900 hectáreas, de las cuales las aguas del proyecto irrigan 48.000 hectáreas, y además son utilizadas para generar energía eléctrica en la planta de La Ventana, con capacidad instalada de 80 MWh”.

 

La importancia del recurso hídrico para el consumo humano y para la agricultura no les importa a quienes dirigen y se benefician de los proyectos mineros, sean pequeños o ilegales, como todos hemos visto en los reportajes de los desastres mineros en el Chocó o en el Bajo Cauca o sean de las multinacionales como se pueden ver en El Cerrejón. Lo único que importa, incluso bajo la máscara de “minería responsable con el medio ambiente”, es tener a disposición millones de litros de agua para extraer el oro, el cobre, la plata y demás minerales; no les importa que esa agua sea contaminada, tanto con las sustancias que emplean para procesar y separar los metales que exportan, como con los minerales que están en la profundidad de la montaña y que liberan con la remoción de las roca, generando reacciones que convierten el agua en ácida y portadora de metales pesados de alta toxicidad. Ni les inquieta que por causa de la explotación se sequen otras fuentes: ellos aseguran “su” agua. Y cuando terminan la explotación, en 20 o 40 años, qué le queda a la comunidad para siempre: las represas con los lodos contaminados, los huecos de donde se extrajeron las rocas, las montañas de material que se retiró pero no fue triturado ni molido, un área de cientos de hectáreas infértiles, desérticas, como las que existen en el Cesar y la Guajira explotadas por las multinacionales del carbón.

 

Por el valor y la muestra indudable de dignidad del pueblo cajamarcuno, en especial sus campesinos, aquí en Jericó, donde vivimos una amenaza igualmente grave para nuestras montañas, agua, agricultura, paz y cultura, decimos GRACIAS PUEBLO TOLIMENSE, ustedes son un claro ejemplo que estamos llamados a seguir en todo el Suroeste para proteger la vida.

 

Mientras que esos agricultores nos dejan muestras de gallardía y de sentido de pertenencia con su historia y de responsabilidad con el futuro de sus descendientes, la empresa minera y el Estado colombiano han derrochado toda clase de artimañas para tratar de impedir el ejercicio democrático de participación ciudadana consagrado en la Ley. En efecto, la sorpresa de que solo hayan votado 76 personas a favor del proyecto minero, una cifra inferior al número de asalariados de Anglogold Ashanti en Cajamarca, sería el resultado del intento de la empresa por evitar que la consulta popular obtuviera el número suficiente de votos para garantizar su validez, incluso se denunció el ofrecimiento de un paseo masivo a la ciudad de Buga para visitar el Señor de los Milagros ese domingo 26 de marzo; fueron varios los recursos jurídicos interpuestos por la multinacional buscando frenar la voluntad popular. Todos ellos lo único que lograron por la carencia de fundamento legal, fue demorar su realización. De otro lado, hubo dependencias administrativas municipales y nacionales que hicieron lo suyo por desconocer el derecho a la consulta, luego escogieron plazos cortos para la preparación de la votación, se redujo el número de mesas para depositar el voto, etc. Mas todo acabo siendo infructuoso: 6.165 cajamarcunos honestos con la vocación de su territorio se hicieron presentes en la consulta, a pesar de la lluvia, las incomodidades y las amenazas; los otros, los que se fueron de paseo, o dejaron su cédula no se sabe dónde, o simplemente se quedaron en sus casas esperando la continuidad de la presencia de Anglogold Ashanti en el Tolima, se quedaron, exactamente, esperando.

 

Pero ni la minera ni los maquinistas de la locomotora minera han aceptado todavía la derrota y pretenden hacernos creer que es un pequeño inconveniente atravesado en el camino, pero no, no podrán ni asustarnos, ni intimidarnos, ni desconocer la voluntad de ese municipio porque ella está plenamente avalada por la reglamentación legal: el Concejo de Cajamarca tendrá que aprobar un Acuerdo que prohiba la minería, luego lo tendrá que elevar al Ordenamiento Territorial. En cuanto a la empresa, ella no tiene derechos adquiridos sobre el suelo cajamarcuno, pues su decisión de comprar un título minero e iniciar una fase de exploración la hace bajo expectativa, no sabe si hay o no lo que busca, no sabe si lo puede o no extraer, no ha pedido licencia para hacerlo, es decir, el título minero es revocable en cualquier momento de la fase de exploración por decisión del Estado, y el municipio es parte del Estado, de la “República unitaria, descentralizada y con autonomía de sus entidades territoriales”, reza el artículo primero de la Carta Magna, tal como lo viene sustentando la Corte Constitucional; incluso, el título minero puede ser extinguido en la fase de explotación en aras del interés supremo de la colectividad. Como se suele decir, a otro perro con ese hueso.

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