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En lugar de departamentos, territorios y provincias

Nelson Enrique Restrepo Ramírez

El 10 y 11 de julio me fui a Támesis a la #AsambleaNacionalAmbiental que se celebró allí en apoyo al suroeste antioqueño, que no quiere que una megamina se trague la montaña que junta a Támesis con Jericó. La Asamblea también tenía el propósito de construir propuestas para la Asamblea Nacional Popular a realizarse en Cali y la Agenda Legislativa que el #ParoNacional presentará al Congreso de la República el 20 de julio de 2021 Día de la Independencia de Colombia.

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Me alegró participar en esta asamblea de jóvenes, ver cómo comprenden nuestros problemas ambientales, nuestros desafíos como sociedad y Estado; me encantó su fuerza, sus aspiraciones de cambio y las rutas civilizadas que proponen para habitar este paraíso de montañas que alumbran aguas claras, este paraíso de colores que nos alimentan y vuelan sembrando bosques.

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El primer día, en la mesa de discusión donde participé, me enteré de la existencia de un proyecto de ley para fortalecer la participación ciudadana en la gestión de proyectos extractivos, un buen punto para empezar la Asamblea y para aliviar mi decepción de la mañana, durante el evento político de la Cámara de Representantes realizado en el parque de Támesis, en el cual escuchamos declaraciones de los y las honorables y ninguna propuestas de cambios normativos.

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El segundo, día en otra mesa de trabajo, me encontré de frente con una pregunta difícil de responder, una pregunta sobre esas cosas que quieren preguntar los jóvenes, que hacen parte de sus narrativas sobre los asuntos en los que quieren ser protagonistas transformadores. Por razones de método debí responderla en una ficha de cartulina, presentarla en dos minutos y conseguir que con ello quedara en la relatoría de la Asamblea. Después de hacerlo quedé con la propuesta rondándome la cabeza, desarrollándose más, y por eso la presento aquí de mejor manera:

“¿Qué cambios en el modelo se propone para mejorar las condiciones de vida en el país?”. Para ser fiel a mi aspiraciones opté por una respuesta ideal, retadora como la pregunta. Como para mí lo más relevante al momento de pensar el modelo es el territorio, y veo el mundo desde donde lo estudio, volví a la propuesta de regiones y provincias.

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Cambiaría los departamentos por regiones considerando bajarlos en número, en casos integraría en una región a varias ciudades capitales en la costa Atlántica, en la Pacífica, en el Eje Cafetero; impulsaría la posibilidad de que desaparezcan los municipios en las áreas metropolitanas actuales y se consoliden sistemas de ciudades capitales culturales de las regiones.

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A los municipios los organizaría por cuencas hidrográficas, ecosistemas estratégicos, territorios étnicos. Es decir que no le daría prioridad a los límites heredados de la colonia, las guerras, el conflicto armado interno, sino a unos nuevos basados en el territorio y los servicios que nos presta y proyectado al futuro; organizaría el país siguiendo los determinantes geográficos y ambientales que nos marca la naturaleza, construiría un nuevo acuerdo sobre el patrimonio natural que nos sustenta con nuevas reglas de juego para las licencias ambientales, las regalías, las circunscripciones electorales, etc.. Tomando como referencia el número de cuencas hidrográficas, niveles subsiguientes actualmente reconocidas, hablaríamos de cerca de 350; si consideramos ecosistemas estratégicos más amplios podrían reducirse a 100 o menos, que podrían llamarse provincias, zonas, subregiones, áreas metropolitanas, etc.

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Será necesario establecer un pacto sobre el patrimonio natural, acuerdos colectivos sobre la naturaleza en cada región, un mecanismo de participación ciudadana vinculante que establezca las áreas protegidas que la ciudadanía regional considera necesarias para llevar una vida digna en el futuro, una norma vinculante para reservar los territorios que esa comunidad requiere para abastecerse. A nivel de cuenca o ecosistema estratégico, es decir de provincia, zona, subregión debería suceder lo mismo: la adopción de un acuerdo vinculante sobre las áreas protegidas requeridas para el abastecimiento del agua, alimentos, aire, ocio, energías, etc. de los habitantes de estos municipios.

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Deberá quedar claro que el suelo y el subsuelo pertenecen más a las regiones y provincias, y que se mantendrá esa proporción en la distribución de las regalías provenientes de la explotación de los recursos naturales no renovables y las transferencias del sector eléctrico. Es decir, que más de la mitad de estos recursos (regalías y transferencias) generados en la región se invertirían en la región y que los impactos generados en el territorio se compensen allí mismo.

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La autoridad ambiental la tendrá la región y el gobierno nacional en parques nacionales y licencias nacionales. Ninguna licencia ambiental a ningún proyecto extractivo en la región, cuenca o ecosistema, podrá aprobarse en contra o menoscabo del territorio colectivo acordado. La asamblea regional cuando aplique para varias cuencas, los consejos de cuenca, consejos comunitarios de afrodescendientes, cabildos indígenas, tomarán parte en la decisión sobre las licencias ambientales gestionadas para su territorio. Cuando la licencia ambiental sea gestionada por el Gobierno Nacional, la asamblea regional tomará parte en la decisión sobre su aprobación. Deberá aplicarse una consulta popular cuando se pretenda afectar el territorio acordado previamente por similar consulta.

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La organización para la prestación de los servicios públicos del agua, el alcantarillado, el manejo de residuos sólidos, la producción y distribución de alimentos deberá organizarse a escala de cuenca hidrográfica o ecosistema estratégico, para que todos los que de ella dependan se hagan cargo de los bienes naturales colectivos que los sustenta y de la contaminación que generan. Un programa de integración nacional consistiría en un plan de puentes y vías terciarias que comuniquen las veredas en los límites municipales, puentes sobre los ríos en los territorios de la ruralidad dispersa y lejana, integración entre corregimientos.

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Este cambio implica un cambio político en el congreso, las asambleas y los consejos de cuenca. Un senado a la mitad de lo actual, una cámara con representantes de las regiones; una asamblea regional con presencia de representantes de cuencas, ecosistemas, áreas metropolitanas, territorios étnicos; un consejo de cuenca con presencia de representantes de municipios, cabildos, consejos comunitarios.

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Yo sé que propuestas como estas han fracasado varias veces, que fracasó en la Asamblea Nacional Constituyente de 1991 y en varios proyectos de ley llevados al Congreso como la Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial. Ese fracaso no me importa en este momento que los jóvenes quieren impulsar propuestas transformadoras; comparto con ellos y ellas la necesidad de cambios en el modelo. Si reorganizamos y ordenamos la vida basados en los determinantes territoriales y no sobre nuestra herencia violenta, si diseñamos instituciones nuevas que se hagan cargo de nuestros pactos sobre la naturaleza, podremos presentarnos con ropa nueva al futuro. Estos cambios negados los puede impulsar el #ParoNacional y conseguirlo en el futuro mediato, por eso no me frustra.

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